Con la llegada del bebé a casa todas nuestras rutinas cambian. Las horas de descanso, el tiempo para uno mismo. Pero pareciera que inmediatamente perdemos la voz, empezamos a hablar bajito, y le hacemos mimos al bebé utilizando gestos y palabras cariñosas para tranquilizarlo. Además, que desempolvamos el repertorio de canciones de cuna.